La pena casi no se soporta, mis ojos cambiaron de expresión, ya ni ganas de respirar tengo, sólo mis hijos me están manteniendo en pie.
Afuera llueve y recuerdo tus "no me gusta manejar con lluvia" y tus "ven a acostarte que hace frío", no puedo seguir así, la incertudumbre de no saber si somos o no somos me ha desbastado por completo. Tampoco soy capaz de dar el paso final.
Me equivoqué, un enorme error, pero no mentí, tu también debes reconocer que hiciste, no se si lo olvidaste o tu mente lo bloqueó, pero tus golpes a pesar de no haberme enviado a hospital lo fueron y aun recuerdo tu cara cuando me miraron y traté de arrancar por las escaleras antes de recibir el último golpe por la espaldas, tus ojos me miraban con odio, desorbitados y tu boca, tu boca tenía un gesto de satisfacción, de agrado y de estar disfrutando tu descargo, sentí miedo de ti, por segunda vez en mi vida.
Recuerdo y repaso nuestra vida juntos, peleas, penas, soledad y muchos momentos también de tranquilidad, trato de buscar momentos felices y no encuentro. Me desespero y muero en vida.
De alguna manera tengo que ponerme de pie, no puedo dejar nuevamente que pensamientos de muerte vuelvan a invadir mi mente como lo hicieron anoche, no puedo. Mis hijos merecen tener al menos a uno de sus padres con ellos.
El dolor es indescriptible, sólo espero que un día pase.
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